ANÁLISIS: ¿EL MUNDO EN QUE VIVIMOS, ES EL MUNDO QUE QUEREMOS?
Empiezo a escribir estas líneas para intentar poner en el papel una idea que pueda contribuir a la claridad de las mentes de los lectores con el afán de comprender algo de lo que ocurre en nuestro mundo y dilucidar las causas, porque los efectos se nos muestran cada vez claros aunque no los quiéramos ver. Alcanza con darle una mirada en principio, a dos puntos fundamentales, la economía y la guerra, pero no como hechos que están aislados, sino como dos puntos iguales, y todo lo que se desprende de ellos está íntimamente unido, aunque quienes los manejan los hagan parecer como dos hechos separados y así poder lograr distraernos, para que como humanidad no nos demos cuenta de las causas y mucho menos, que son muy pocos los que manejan todo.
La crisis económica más grande de la historia moderna, está en su punto alto, en una especie de quietud, queriendo dar muestras de recuperación y que se puede salir de la misma, pero en realidad lo único que se está sosteniendo es el caos general y un derrumbe tan estrepitoso que no quedaría nada en pie. ¿Cómo se puede hablar de recuperación, cuando el país más endeudado del mundo lo único que hace es encender todas sus máquinas para fabricar 600 mil millones de dólares? Cuanto más se endeuden los EEUU, más y más tendrá que pagar el mundo, con la salvedad que los que pagan primero son siempre los que menos tienen. Al otro lado del océano, Europa y su “euro”, hasta hace poco fortalecido por una Unión Europea en crecimiento, pero ahora uno a uno empiezan a sentarse en el banquillo de los acusados. Grecia en primera fila, ahora Irlanda, podría seguir Portugal, España y tal vez Italia. Pero otros más poderosos como Francia, también tienen grandes problemas. Por lo tanto Europa en estos momentos está viviendo una fractura importante de la cual es protagonista el mismo FMI (Fondo Monetario Internacional), quien da préstamos para salvatajes, pero tendríamos que diferenciar entre “un barco y un salvavidas en medio del océano”. ¿Y todo esto cómo repercute en África, Asia y el resto de América? En cuanto a la economía, la repercusión en África es sencilla, cada vez menos ayuda humanitaria, menos recursos, menos posibilidades; más y más pobreza, y más problemas sin resolver en el continente más olvidado, salvo a la hora de extraer sus recursos naturales, que a lo largo de décadas han enriquecido a muchos. Esos muchos que ahora dan la espalda, recortando la menguada ayuda que nunca resuelve los problemas, mucho menos ahora. En el caso de Asia, la crisis económica los encontró fuertes, a la cabeza China, han sido décadas de crecimiento y eso los convierte quizás en los que mejor se posicionan en el mundo de hoy, lo cual no quiere decir que no tengan sus dificultades. Y qué podemos decir de nuestra América que también vive su crisis en una forma aparentemente más liviana pero que tiene que enfrentar muchos problemas a los cuales ya está acostumbrada. Quizás por eso la crisis no se note tanto, también porque es un continente que posee la gama más amplia de recursos naturales, materia prima, alimentos, combustibles y sociedades con una capacidad de esfuerzo que nos ayuda a resistir. Pero basándonos en la economía estrictamente dicha, también estamos en dificultades y muchos países viven en burbujas económicas y hay quienes más tarde o más temprano, podrían pincharlas y llevar a la quiebra a estas economías llamadas “emergentes”, que todavía flotan por estar dentro de estas burbujas. Pero para América Latina hay un problema mayor y este son las trasnacionales que buscan instalarse en estas economías emergentes y, con su dinero y su renombre dicen venir a invertir y ayudar a los países de “nuestra” América. Lo que resulta curioso es que sus inversiones están vinculados directamente a los recursos naturales, léase alimentos, forestación para pasta de celulosa, gas natural, minería a cielo abierto, etc., etc. Y todo este panorama general que nombramos aquí no incluye los desajustes ilegales que destrozan pueblos enteros como el narcotráfico y el narcolavado, los constantes crímenes que van de la mano del tráfico de órganos y el tráfico de niños y niñas para la prostitución, que tiene su mayor destino en los paraísos “sexuales” donde vacacionan los pedófilos de Europa y el mundo. No, tampoco hemos mencionado las enfermedades que todos los días se llevan muchas vidas en Haití y en muchos pueblos de África, enfermedades que serían perfectamente curables en nuestros días, pero sin recursos eso se vuelve imposible. Ahora pensando en voz alta, ¿acaso esto que ocurre en el mundo, -sin hablar de armas – ya no es una guerra? ¿Que la economía transforme de un momento a otro a un país, donde miles y miles se quedan sin empleo, donde todo lo que habían edificado se desvanece y lo que les espera es ir a parar a la calle, no es también una guerra? Si alguien piensa que no es una guerra, enumeremos algunos hechos bélicos de último momento y nos daremos cuenta como todo está más ligado de lo que pensamos. El estallido repentino que podría transformarse en una guerra entre Corea del Sur y Corea del Norte, porque aluden que el problema sería una isla en disputa. Cuesta entender que lleven el mismo nombre y estén tan separados y a punto de pelearse como dos hermanos que se odian. El conflicto permanente entre Israel y el pueblo palestino, donde la supremacía bélica por lejos favorece al ejército de Israel. ¡Ojalá los palestinos tengan una Navidad en Paz! y el 2011 encuentre a los dos pueblos en la mayor tranquilidad posible. También la tensión que a menudo vemos entre Israel e Irán, otra posibilidad de un conflicto bélico, que en caso de suceder tendría consecuencias a nivel mundial. Sería mucho más sencillo si cada uno de estos países se ocuparan de sus propios asuntos, en sus modelos económicos, en sus propios pueblos y no “tensar la cuerda” que nos pone en vilo a todos, ni que hablar de los países vecinos. Pero la mayor preocupación si se desata un conflicto entre estas dos naciones es la posibilidad que puedan utilizar armas nucleares. No tenemos que detallar lo que pasaría y el desastre que causaría el uso de armamentos nucleares. Y veamos un conflicto más del que casi nadie habla, -como si no existiera-, y es la masacre unida a una persecución que ha sufrido en estos días el pueblo saharaui a manos de las fuerzas represivas del gobierno de Marruecos, donde España que tuviera en el pasado una relación muy estrecha con los saharauis, ahora ni siquiera condena diplomáticamente al gobierno de Marruecos, contribuyendo así a un silencio cómplice. Pareciera que el pueblo saharaui que reivindica sus derechos desde hace muchos años, pidiendo el reconocimiento de su territorio y el respeto de vivir su cultura en libertad, en paz y en forma soberana, lisa y llanamente para la comunidad internacional, el pueblo saharaui no existe. Y de esta forma, una vez más un pueblo de nuestro mundo es atropellado y desterrado sin que los demás escuchen el dolor de las infamias que les hacemos vivir. ¿Y qué es lo que está detrás de cada conflicto bélico? El uso y la venta indiscriminada de armas, la posesión de territorios, el sometimiento de un país sobre el otro, el apoderarse del petróleo, los minerales, el agua y todas las riquezas naturales, etc., etc. En definitiva lo que está detrás de cada conflicto es el dinero, el poder trasnacional al que sólo le interesa las ganancias, sin importarle si un pueblo desaparece, si la tierra se vuelve árida por los monocultivos y el uso indiscriminado de los agrotóxicos, si la gente se queda sin agua, si el clima cambia por todos los desajustes causados por una industria feroz, donde se ha impuesto un modelo de crecimiento infinito, siendo que los recursos del planeta son finitos. La economía y la guerra, la guerra y la economía, hermanadas desde siempre y manejadas por unos pocos que nos hacen correr todos los días detrás del dinero. Y lamentablemente en estos momentos no existe en el mundo un modelo que sea cien por ciento justo y, no lo habrá mientras en el planeta lo único que importe sea el dinero y todo lo que depende de él, especialmente las guerras y el poder desenfrenado de unos pocos que lo quieren todo. En el mundo de nuestros días como podemos ver hay muchos temas importantes a tratar, pero lo más importante en estos momentos y en el futuro próximo es observar los acontecimientos desde una perspectiva más amplia y aprender a unir las piezas. El puzzle que está en juego en estos tiempos, no podemos dejar que lo armen por nosotros, somos nosotros los ciudadanos del mundo los que tenemos que juntar las piezas y armarlo, para poder comprender con claridad en qué mundo vivimos y, pensar si queremos seguir viviendo de esta forma o buscar entre todos una alternativa más justa, más auténtica, más humana. Creo entonces que la información y el análisis juegan un papel fundamental a la hora de pensar cuál es el mundo que queremos. Daniel Amaral. 7 de dicembre 2010 |
18 diciembre, 2010
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