02 abril, 2012

.::Bertha Dudde::.

Profecias y Mensajes de Bertha Dudde (1891-1965) -
AutoBiografia: Nací el 1 de abril de 1891.
Soy la segunda hija del pintor Karl Dudde,
de Lignitz, Silesia, Alemania.
Nací y viví armoniosamente en el seno de la familia, con mis seis hermanos,
pero con no pocas preocupaciones.

Mis padres pertenecían a diferentes confesiones; mi padre era protestante y mi madre católica. Los niños fuimos educados en la fe católica, pero nunca sentimos presión por parte de nuestros padres, de modo que también más adelante pudimos profesar la fe según nuestra libre voluntad. No tenía conocimientos de la Biblia, no leí literatura religiosa ni tampoco científica, y no simpaticé con secta alguna. El que conoce la doctrina de la iglesia católica, sabe muy bien lo difícil que resulta separarse de ella. De modo que también yo tenía que sostener estos conflictos interiores y me preguntaba: ¿Qué es lo verdadero y dónde lo encuentro? Rezando el padrenuestro, muchas veces imploré al Señor que me dejara encontrar su reino, y mis oraciones fueron atendidas. Fue el 15 de junio de 1937. Estaba rezando toda tranquila, observando mi interior, un estado en que permanecía frecuentemente, porque en él siempre me sobrevenía una paz maravillosa y me venían pensamientos, no a la cabeza, los sentía en la región del corazón. Pensamientos que me daban consuelo y fuerza. Entonces aún no sabía que estos pensamientos estaban inspirados, hasta que un día un sueño claro me incitó a anotarlos. De modo que aquel día memorable cuando escuché en mi interior, entendí claramente una secuencia de palabras que anoté. Fue el primer capítulo que me fue dado y que empezé con las palabras: En el principio fue la Palabra. Un homenaje al Creador del Cielo y de la Tierra. PROFECIA Videntes y profetas del tiempo final. Hay poco entendimiento para encontrar la limpia Verdad dada desde lo Alto, y los seres humanos no reconocen el valor de la Palabra divina. Son tocados por un rayo de luz y huyen otra vez hacia la obscuridad porque no les gusta el resplandor. No desean la Verdad, no creen en una existencia eterna y por eso viven sólo para esta Tierra. En ese tiempo serán despertados videntes y profetas, que se presentarán como amonestadores y advertidores de los hombres y les anunciarán el fin de la Tierra. Poca fe encontrarán, pero sin embargo alzarán siempre su voz; hablarán, contra la opinión general, sobre el juicio ya próximo, sobre la urgencia de que los humanos cambien su idiosincrasia y su conducta; hablarán sobre el Amor y sobre la Misericordia de Dios, pero también sobre su Justicia, deberán activar el sentimiento de responsabilidad de los hombres y despertarlos del sueño. Los videntes y los profetas no serán tomados en cuenta en su propio país, nadie querrá escucharles, y estarán enemistados con los representantes del mundo. Esos serán señales de los últimos tiempos antes del fin. Los hombres serán exhortados al retorno, pero cuando el número de los videntes y de los servidores escogidos por Dios sea cada vez mayor, el final estará cerca y el tiempo de la Gracia se habrá acabado. Entonces se cumplirá lo que ha sido anunciado, los incrédulos se asustarán, los que dudan estarán perplejos y los creyentes se regocijarán porque verán cómo se fortalece su fe al comprobar que es Verdad todo lo que se había vaticinado sobre el fin. Pero ya será demasiado tarde para el retorno de los incrédulos, puesto que llegará el día del Juicio y nadie podrá ni siquiera hacersse una idea de lo que pasa, porque la Tierra se abrirá y se lo tragará todo. Sin embargo una cosa protegerá a los hombres de la ruina: la pura Palabra de Dios, que Él mismo llevará a la Tierra. A quienes reconozcan su Fuerza tampoco les espantarán los últimos días, porque a quien Dios habla, pasará con su Amor y su Poder a través de todas las tribulaciones sin sufrir daño. Quien acepta la Palabra de Dios en su corazón y en su inteligencia, es invulnerable ante cualquier desgracia de los últimos tiempos; está en la Luz, en una Luz, que nadie podrá apagar nunca; y la Luz rasgará las tinieblas y siempre enviará rayos a la obscuridad y buscará las últimas almas para que no se pierdan. Aquel que se deje iluminar por tal rayo de Luz, sentirá en su Fuerza también la Verdad y podrá esperar conscientemente el fin. Y el Señor aparecerá en las nubes, juntará a los Suyos y los recogerá de la Tierra antes que sea destruida por su Voluntad y se transforme en tumba de todos aquellos que no reconocieron a Dios y por eso se alejaron de Él, de quienes vivieron sin fe; y la Tierra se los tragará y toda miseria en la Tierra se habrá acabado.

Amén.
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14 de noviembre de 1938
El juicio de Dios
El Señor vio que la voluntad del hombre iba a ser como la que hoy domina el mundo, y siempre llamó la atención sobre el juicio, incitando a los hombres a que vuelvan al buen camino para evitarlo, pues conseguirlo o no depende únicamente de la voluntad de ellos mismos. Pero si los hombres no hacen caso de estas advertencias, entonces, por sus culpas, la desgracia visitará la Tierra. En la Tierra hay un ir y venir continuo de la vida y la muerte, y cada generación recibió de las alturas el conocimiento de la Voluntad del Señor.
Pero la fe se volvió cada vez más débil. Todo lo que el Señor comunicó a los hombres para su instrucción fue rechazado por los escépticos, cuyos pensamientos se inclinaron cada vez más hacia lo mundano. Asimismo, toda la llamada religiosidad se ha vuelto un mero formalismo. Por eso ahora, para que los hombres vuelvan a la verdadera fe, la eterna Divinidad tiene que intervenir. Y por ello ocurrirá lo que el Señor anunció: Las Fuerzas del Cielo se unirán con las fuerzas buenas de la Tierra, y será patente un cambio en la naturaleza que hará que los ánimos de todos se aflijan hasta que se les hiele de terror la sangre en las venas. Hacia el fin de ese día veréis las formas amenazadoras de las nubes y no podréis explicároslo. Vuestros sentidos percibirán como los aires rugen alrededor y encima vuestra, y procuraréis salvaros y huir, sin saber adónde, porque en vuestro entorno se hará la noche. Con ello estaréis expuestos a los poderes de los elementos y no os quedará más que un recurso: la oración al Creador, al Padre celestial. Únicamente Él es vuestro refugio. Sólo Él os puede librar del juicio y traer la Salvación, y estará cerca de todos los que le llamen en sus apuros. Por eso, dondequiera que estéis, no os aflijáis; porque así como el juicio os alcanzaría en todas partes, también en todas partes la ayuda de Dios estará a vuestra disposición. Ninguno conseguirá escapar del juicio por su propia cuenta, porque el brazo de Dios alcanza a todos, igual que su Amor y su Misericordia, si se le piden. Toda desgracia será apartada de la criatura, si esta reconoce al Padre y se inclina ante Él.
Pero donde se encuentren los corazones obstinados y endurecidos, allí parecerá que la Tierra está a punto de estallar y a muchos les alcanzará el juicio de Dios por no haber hecho caso de sus advertencias, con lo que se han jugado su salvación. Y durante un año entero antes de estos acontecimientos, la Tierra será visitada por aflicciones de todas clases, para que los hombres cambien, se aparten del mundo y tomen el verdadero rumbo, con fe y buscando a Dios.
Amén.
Fuente: mmoya.com
Del Cielo a la Tierra :
http://www.delcieloalatierra.es/ARTICULOS%20Y%20PUBLICACIONES/2009/BERTHA%20DUDDE%20-%20Erika%20Pais.html

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