De Alice valeri
Existe una "sobrecarga emocional" que afecta a los adolescentes de entre 12 y 17 años.
Según una actualización del "stressometro" -medidor de stress-, la encuesta periódica realizada por el Instituto Piepoli del Colegio de Psicólogos, 8 de cada 10 personas experimentan un fuerte estado de estrés.
El estudio realizado en el mes de enero pasado dejó en evidencia que los jóvenes son los más expuestos y en los que se desarrolla un malestar en continuo crecimiento.
¿Qué ha cambiado en los jóvenes, qué está aumentando su malestar?
Los jóvenes viven en una profunda incertidumbre sobre el futuro, viajan en una densa niebla donde es difícil imaginar cómo será el mañana y esto sin duda incide en un aumento de su fragilidad interior.
Sin mencionar sus rutinas que han cambiado por completo, para muchos niños ha habido una inversión del ritmo de sueño / vigilia con el uso prolongado de dispositivos para conectarse con el mundo exterior.
Esto ha provocado un aumento de los problemas de sueño, ansiedad e irritabilidad que, en algunos casos, ha desembocado en agresividad hacia los padres y hacia sí mismo.
También según Stefano Vicari, jefe de Neuropsiquiatría Infantil y Adolescente del hospital Bambino Gesù, los jóvenes se encuentran entre las categorías a las cuales se debería prestar más atención.
Vicari señala como, desde octubre, han aumentado las visitas a las salas de urgencias debido a trastornos mentales, en particular por intentos de suicidio y autolesiones.
Los neuropsiquiatras infantiles han intentado durante mucho tiempo concientizar a la opinión pública sobre esta tendencia en la población adolescente. Una tendencia auto lesiva que alguna vez era una prerrogativa propia de las personas con edades más elevadas.
Lesiones auto infringidas y trastornos alimenticios: trágicas consecuencias de las que la ansiedad y el estrés son el preludio.
Según el Ministerio de Salud, también ha habido un aumento de un 30% en los casos de trastornos alimenticios entre jóvenes y niños, incluso de 9 a 10 años.
Muchos padres han perdido su trabajo, cambiando su estructura familiar, y esto ha generado conflictos y dificultades familiares que han incidido profundamente sobre la seguridad de niños y jóvenes.
Por no hablar de todos aquellos niños y jóvenes que viven en familias con situaciones ya problemáticas, en estos casos la escuela y todos los espacios de encuentro social representan una vía de escape, lugares donde liberar tensiones, donde vivir experiencias significativas y poder construir relaciones positivas en contextos de valencia educativa. Y así, aislados en su propio mundo, la autolesión se convierte en un medio de escape, los jóvenes dicen que el dolor físico hace que el anímico sea más soportable.
Al auto cortarse, por ejemplo, dicen transferir el dolor mental al cuerpo y experimentan una sensación de alivio emocional. Pero hay otro efecto importante a considerar, y es la imitación.
En la población adolescente, hay una porcentual que oscila entre el 17 y el 30% que afirman haber tenido conductas auto lesivas: estos son datos recogidos ya en el bienio 2014/2015.
Sin embargo, no creo que el distanciamiento escolar haya sido la causa desencadenante del aumento de este disgusto socioemocional. Paradójicamente, para algunos de ellos, aquellos que más sufren la presión escolar, la Dad -didáctica a distancia- ha significado un alivio.
Naturalmente, el aislamiento social ha hecho de amplificador, pero estos son problemáticas que tienen una vieja historia y que han estado desde hace tiempo bajo la atención de los expertos del sector.
Esta es una advertencia para tener en cuenta y que no se deje de hablar de este tema una vez que la pandemia haya pasado.
La adolescencia es la partida hacia un nuevo viaje con enormes potenciales, es la edad en la que el cerebro se vuelca al conocimiento.
Si ahora nos encontramos viviendo estas situaciones, quiere decir que es el ambiente en torno al niño, al joven, que está fallando, no el niño, porque los jóvenes necesitan un entorno, adultos que sepan acompañarlos en la manera correcta.
Daniela Lucangeli, también nos dice que “cada vez que un niño aprende, junto a lo que aprende, traza en su memoria las emociones con las que aprende.
Si aprende con miedo, volverá de su memoria también el miedo, si aprende con la percepción de insuficiencia, siempre se sentirá insuficiente. Y su memoria repetirá este círculo estableciendo que no es capaz. Es necesario interrumpirlo. Si no, no estamos enseñando y sobre todo no estamos dando la mejor ayuda posible a nuestros jóvenes”.
Debemos preguntarnos ¿cuáles fueron las emociones predominantes que han experimentado nuestros niños y adolescentes durante el aprendizaje?
Debemos salirnos de los límites de que la escuela es como la conocemos, debemos tener el coraje de la utopía y la fantasía.
En la adolescencia acontecen cambios cerebrales maravillosos:
Los niños adquieren nuevas habilidades que les permiten ser innovadores y creativos, esto es definido exploración creativa, naturalmente también experimentan una mayor intensidad emocional, experimentando capacidades y relaciones. El grupo de pares se vuelve fundamental: los adolescentes crean su propia identidad a través del otro que se convierte en un espejo en el que examinar sus miedos e incertidumbres. Los lazos que se crean en esta edad podrían convertirse en una red de apoyo durante todo el trascurso de la vida, pero al mismo tiempo, sin embargo, el joven podría asumir decisiones y comportamientos peligrosos tan solo para obtener la aprobación de los demás.
El cerebro reacciona seleccionando las sinapsis que utilizamos mayoritariamente. Cuantos más circuitos sean utilizados, por lo tanto, activados, más se fortalecerán; menos son utilizados mayor será la probabilidad que se eliminen durante la adolescencia.
Esto significa que, por un lado, los adolescentes tienen una oportunidad fantástica para aprender y debería ser fundamental que asistan a la escuela para aprovechar al máximo el potencial de su desarrollo, pero al mismo tiempo se encuentran en un momento de una fragilidad y vulnerabilidad muy altas.
La exposición a factores traumáticos y tóxicos fácilmente puede tener efectos negativos en esta etapa de la vida.
Por lo tanto, es absolutamente necesario en este momento volver activos a los niños y los jóvenes escuchando sus necesidades para poder crear, juntos, futuras posibilidades creativas.
Es fundamental, entonces, implementar intervenciones masivas, para apoyar la salud de toda la población en edad de desarrollo, e intervenciones dirigidas a quienes corren y / o se encuentran en condiciones de mayor riesgo y fragilidad.
Las intervenciones deben realizarse en una red colaborativa entre las instituciones escolásticas, educativas y sociales, involucrando, de una forma participativa, a las familias y los propios menores de manera tal que desarrollen / fortalezcan los recursos resilientes propios.
De 𝐀𝐥𝐢𝐜𝐞 𝐕𝐚𝐥𝐞𝐫𝐢
6 de julio de 2021
Articulo original:
https://funimainternational.org/2021/07/06/i-nostri-figli-ai-tempi-della-pandemia/
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Adjuntos:
03-07-21 Video clínica social ambulatoria de psicoterapia
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-01-06-21 Consultorio social de psicoterapia en el Centro Parque del Sol
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