El hombre ha expresado siempre su religiosidad en cualquier tiempo y en cualquier espacio donde ha transcurrido su existencia. La religiosidad no es religión, son experiencias individuales que hablan a los contemporáneos, son prácticas en las que se manifiesta el sentir religioso, son prácticas litúrgicas o extralitúrgicas, plegarias, flagelaciones, ayunos, lecturas devocionales, textos que indican los métodos de dirección, pero que no son prescripciones.
Lo "prescripto" es lo que la jerarquía eclesiástica predica e inculca por todos los canales de comunicación; lo "vivido" es lo interiorizado por aquellos a quienes van dirigidas esas prescripciones.
Hay momentos en que la religiosidad humana parece encontrar una expresión mística cuando la acción religiosa parece distorcionar los conceptos limitados del pensamiento humano y sobrepasa todo sentir para sumergirse en la perfección cósmica, en el alma misma de la creación. Son pinturas históricas del sentir religioso que marcan cuán cerca está el infinito a la limitación humana, lo majestuoso a la humildad del sentimiento, el cosmos a la imperfección, la creación a la criatura.
He querido expresar algunos de estos momentos como cuadros de una historia dedicada al más grande y primordial sentir religioso de los hombres: la Madre universal.
Primera imagen: el velo
Uno de los momentos más místicos de la historia de la religiosidad humana es representado por el velo de Maya. La civilización del valle del Indo es una de las más antiguas de la tierra. El río Indo nace en las montañas del Himalaya y, fluyendo hacia el Golfo de Arabia, forma un gran valle.
Esta llanura ha estado habitada desde el año 5000 a.C y de su civilización tenemos registros hasta Turquía porque los comerciantes indios de este valle llegaron a países muy lejanos: son sellos que representan un unicornio, de hecho, muchos la llaman la civilización del unicornio.
El credo de esta civilización la encontramos en los escritos de los Vedas, que están en lengua sánscrita, considerada por algunos como la primera lengua del mundo.
En los Vedas encontramos el nombre de Maya que representa el poder del cual se origina el mundo material, que sin embargo es una representación ilusoria de la idea y la Verdad original, por lo tanto, Maya crea la materia que es ilusoria en cuanto a la Verdad.
La madre de Gautama Buda, que existió alrededor del año 600 a. C., es llamada Maya porque se parece a la diosa descrita por los Vedas tanto en belleza como en personalidad. Según la teología Vedānta (una de las seis escuelas budistas), "Maya" tiene la tarea de hacer que la vida material parezca normal. Sin la energía de Maya, el universo estaría en constante desorden. Por lo tanto, Maya induce a las almas encarnadas a identificarse en el mundo material. Esta experiencia en la materialidad es necesaria porque los hombres deben regresar al Padre. He aquí entonces la segunda misión de Maya: se presentará nuevamente a la humanidad sin velo y en el mundo fermentará la necesidad de autorrealización (conciencia y conocimiento) y las almas retornarán al Brahman que está a la espera de que nosotros, sus hijos, retornemos a él, después de habernos dado la misión de descender al mundo ilusorio de Maya.
Segunda imagen : la percepción de lo Sagrado.
Según el pensamiento budista, la historia de la humanidad se divide en períodos denominados kalpas; existen kalpas con Buda, en las que Buda está presente, y kalpas en las que Buda está ausente. Por lo tanto, cuando Buda está ausente, Maya crea la ilusión de la materialidad, pero cuando Maya procrea al Buda, esto llevará a los hombres al cielo.
Un Kalpa se calcula en unos 2500 años. Si Buda murió en el 483 a.C. debemos considerar que el período que estamos viviendo es un período con el Buda y que Maya se ha quitado el velo y nos hace parecer que es necesario prepararse para retornar hacia Aquel que nos ha creado.Herodoto cuenta en sus "Historias" que el rey persa Darío, en el año 600 a.C, alrededor, hizo construir un camino para que los correos reales pudieran transitar rápidamente a través de su vasto imperio. Este camino, que precisamente era llamado camino real, tenía unos 2500 km de largo y recorría desde el golfo Pérsico hasta el Palacio Real de Sardi, en la actual Turquía, en el mar Mediterráneo, cerca de Éfeso.
Pero si analizamos con detenimiento el trazado de esta ruta, notamos que los persas no han hecho más que reparar, decorar, para las nuevas funciones que tenía, y unificar dos rutas bien conocidas: eran dos rutas de caravanas utilizadas por los comerciantes durante miles de años.
El camino que nos interesa es el que va de Samarcanda hacia Éfeso y que corta el camino real en dos.
En esta ruta caravanera, que partía de la mítica ciudad de Samarcanda, conocida como la ciudad de los caballos y como el mercado más grande de Oriente, donde llegaban mercancías de todo el mundo nórdico de las estepas del norte y noreste, y llegaban a Éfeso, hay muchas zonas arqueológicas, aún activas, cuya importancia está ligada al tipo de hallazgos que allí se realizan. Incluso hoy, de hecho, se encuentran, a lo largo del trayecto de esta ruta caravanera, estatuillas de mujeres con físico macizo, formas opulentas y grandes tetas: es la típica representación típica de la Gran Madre.
En la práctica, esta antigua pista, recorrida por carros con las más variadas mercancías, está marcada por la presencia constante de imágenes que alaban el espíritu de la Gran Madre: podemos definirlo como el camino de la Gran Madre Tierra. Por eso es de pensar que donde había templos o altares o pequeñas representaciones de la Gran Madre podían ser puntos de referencia para los mercaderes o incluso puntos de parada donde los viajeros honraban a la Madre de todas las cosas. En efecto, dada la persistencia de la documentación arqueológica, es de pensar que los mercaderes, o aquellos que recorrieron este trayecto, tenían la percepción de estar inmersos en una energía divina de la que ellos mismos derivaban: por lo tanto, transitando por aquel camino, pisoteaban algo que percibían vivo y proclamaban ser su Madre.
Este concepto, que no es pura teoría, tiene su manifestación cuando, a pocos días de camino desde las costas del mar Egeo, el viajero se detenía, para agradecer a la Gran Madre por haber protegido su viaje, en el santuario dedicado a ella.En Yazilikaya, en un claro entre las rocas, se eleva ligeramente hacia arriba, recortada contra el cielo, la fachada monumental de uno de los santuarios más antiguos dedicados a la diosa Tierra. La fachada está cubierta por una sucesión de formas geométricas esculpidas directamente sobre la piedra y está coronada por un tímpano sobresaliente que descansa sobre dos grandes y altas columnas rectangulares. La gran puerta está formada por fuertes columnas cubiertas por una cornisa. Los hititas, cuando en el segundo milenio a.C. llegaron, no entendían lo que era, pero lo convirtieron en su templo y debajo de la puerta cavaron un túnel para colocar un altar. Pero ¿Por qué cavaron? Porque desde esa puerta no se va a ninguna parte: la puerta también está esculpida en la pared de la roca, porque el templo de la Gran Madre es la roca misma y su cuerpo es la Tierra.
Tercera imagen: la Theotokos
Con el tiempo la Madre de los hombres se convierte en Madre de los dioses y tiene una enorme difusión en las tierras bañadas por el mar Egeo. La política, sin embargo, necesita la certeza de que esta Madre sea naturalizada y que sea la garante de las acciones sociales y culturales de los gobernados. Fue así como la Madre entra en Atenas junto a Atenea, anticipo de Gaia y Demetria; se buscan semejanzas, afinidades. Con la difusión de la cultura helénica y el pragmatismo romano, se diviniza la materialidad y se olvida la divinidad del espíritu.
En Éfeso se construyó la casa de la diosa: Artemisa la diosa de las mil tetas, y se edifica el santuario más grande que jamás existió, una de las siete "maravillas del mundo"; los romanos, impulsados por el carácter guerrero y de conquista, adorarán a Diana, diosa de la naturaleza y de la caza. Éfeso sigue siendo el puerto de llegada de los mercados orientales y el puerto de partida a las tierras del "crepúsculo", la Esperia.
Pero hacia el Occidente, ya romano, se dirigían también los apóstoles de Jesús para anunciar la “buena noticia”. Pablo de Tarso zarpo de allí hacia Grecia saludando a los judíos que lo habían escuchado en la sinagoga diciendo "¡Si Dios quiere, volveré!". Regresó tiempo después y subió las escaleras del templo para hablar a la multitud diciendo que aquello que se construyen con sus manos no son dioses, atrajo sobre si la ira de los orfebres que vivían de vender baratijas de la diosa efesa.
A Éfeso llegó Juan que, con amor filial, tenía consigo a la Madre de Jesús. La comunidad cristiana de Éfeso le procuró una casa, a pocos kilómetros de la ciudad, a las márgenes de un bosque consagrado a la Madre Artemisa. Durante un tiempo Juan y María vivieron en esa casa y probablemente fue allí, el lugar de la “Dormitio Virginis”, conocida en Occidente como la “Asunción”. Cuentan las "leyendas" que a menudo, antes de que fuera asunta al cielo, María, la Madre de Jesús el Cristo, caminaba por aquel bosque, consagrado a la Madre, acompañada de las mujeres de la iglesia de Éfeso.
Con una carta fechada el 19 de noviembre de 430, el emperador Teodosio II ordena a todos los que habían sido convocados a un concilio ecuménico que estén en Éfeso el 7 de junio de 431, día de la fiesta de Pentecostés. Los 197 padres conciliares, presentes el 22 de junio de 431, definen a la Virgen María como "Theotókos", o más bien Engendradora -Deípara- (por tanto, Madre) de Dios, porque no dio a luz a un hombre, sino a Dios como hombre
Cuarta imagen: Inmaculada Concepción
Cuarta Imagen La Inmaculada Concepción
El culto a la Madre traído al occidente romano y gálico, en una cultura de por sí materialista, ha concentrado la imagen de la diosa en un momento de celebración con los ritos más triviales y nefastos que jamás se hayan realizado. No en vano san Agustín recuerda cómo se desarrollaban estos ritos de niño, que nada tenían que ver con la sensibilidad espiritual de la Gran Madre asiática. Dice San Agustín: "También nosotros, en la época de nuestra adolescencia, asistíamos a estos espectáculos ridículos y sacrílegos. Observábamos a los poseídos, escuchábamos a los músicos, nos deleitábamos con los obscenos juegos ofrecidos a los dioses y a las ideas, a la Virgen Celestial, madre de todos los dioses. En el día de la fiesta de su purificación los más abyectos comediantes cantaban tales obscenidades frente a su “portantina” (camilla) que ella se hubiera sonrojado de escucharlas; no digo la madre de los dioses, sino la madre de cualquier congresista, de cualquier honesto hombre, incluso, la madre de esos mismos histriones". El mismo emperador Constantino, que se había autoproclamado "príncipe de los Apóstoles", no había entendido en absoluto el papel y el significado de la Madre del Salvador.
De hecho, Constantino hizo construir un templo para Rea, la madre de los dioses, y hace traer a la capital, una estatua de la diosa helénica, sentada en un trono mientras acaricia a dos leones colocados a sus ambos lados. La protesta de cristianos y obispos convenció al emperador de hacer quitar los leones, mutilar la estatua e injertar nuevos antebrazos con las manos juntas en oración. Fue poco después en Constantinopla se comenzó a festejar el Thetokos, con una miríada de cantos y plegarias dedicadas a la Madre de Dios, derivadas de la religiosidad popular.
En Occidente se ha debatido por mucho tiempo sobre cómo "una mujer" puede dar a luz a Dios. ¡Nuevamente San Agustín propone que el nacimiento de Jesús fue posible por una intervención preventiva de Dios al quitar la mancha del pecado original a la Virgen antes de que ella naciera, y que ella a través del constante deseo de un Mesías se haya preparado para quedar embarazada! A pesar de que la religiosidad popular seguía volviéndose con fe hacia la Virgen, fue solo a principios del siglo XVII que el Papa Gregorio Magno (590-604) instituyó la celebración de la maternidad virginal de María el 1 de enero. Muchos fueron los nombres dados a la Virgen a lo largo del tiempo, y a cada título una fiesta y muchas iglesias, pero fue necesario esperar al 8 de diciembre de 1854, la emanación de la constitución Ineffabilis Deus de Pío IX en la que se proclama: "La santísima Virgen María en el primer instante de su concepción, por una gracia y un singular privilegio de Dios todopoderoso, en previsión de los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, ha sido preservada intacta de toda mancha del pecado original”.
Quinta imagen: la Madre universal
El jueves 11 de febrero de 1858, en Lourdes, una ciudadana francesa, al pie de los Pirineos, en la casa de Soubirous, se da cuenta de que ya no hay leña. Bernadette, la hermana y una chica vecina de su casa van a recoger leña. Bernadette es una chica sencilla, de familia muy pobre, es asmática; sus razonamientos son dictados por su inocencia.
Esa mañana, mientras las dos chicas altas recogen leña, ve a una maravillosa doncella de ojos azules, vestida de blanco, envuelta en una luz que ilumina una hermosa sonrisa. Esa mujer es hermosa, amable y tiene una sonrisa muy dulce y por lo tanto, según su lógica de inocencia, no puede ser mala. El 25 de marzo, en la decimosexta aparición, de las dieciocho, Bernadette finalmente logra preguntarle a "aquella", la "hermosa señora", quién era. La historia que cuenta el padre René Laurentin es minuciosa, no deja ningún movimiento, ninguna palabra. Laurentin es considerado el mariólogo más grande del mundo; investigó las apariciones marianas, leyó todos los informes, los interrogatorios, todos los procesos subsiguientes.
Así cuenta la decimosexta aparición. "Señora, ¿Queréis tener la bondad de decirme quién eres por favor?" Pero la bella frase es demasiado complicada. Bernadette se confunde, tropieza y dice "voluntad" en lugar de "bondad". … La "señorita" de luz sigue sonriendo. ¿Se burla de ella, como dice el cura? No, hay tanta gentileza y bondad en su mirada. Es necesario volver a empezar: "Quieres tener la voluntad de decir..." Aquero (Aquella) sonríe aún más. Se ríe, pero Bernadette esta vez no soltara la presa. Vuelve a suplicar. … A la cuarta vez, Aquero ya no se ríe. Pasa su rosario a su brazo derecho. Sus manos juntas se abren, se extienden hacia el suelo. Una majestuosidad irradia de ese simple gesto: su figura de doncella asume una especie de grandeza, un peso de eternidad. Con el mismo movimiento, junta ahora las manos a la altura del pecho, levanta los ojos al cielo y dice: “Yo soy la Inmaculada Concepción.” (René Laurentin, Lourdes, crónica de un misterio)
"Sus manos entrelazadas se abren, se extienden hasta el suelo". Según la historia del Padre Laurentin, la Virgen indica claramente la tierra. "De aquel gesto tan simple se irradia una majestad " La aparición expresa sin duda alguna, su naturaleza real; ella es reina o tiene los poderes. "Su figura de doncella asume una especie de grandeza, un peso de eternidad".
La grandeza no se refiere a su forma "física", sino a su naturaleza espiritual: ella es grande porque pertenece a lo más grande de la naturaleza, el cosmos, el universo, la creación. Además, su naturaleza es eterna y por lo tanto "algo" que expresa la eternidad. Finalmente, la "blanca Señora" "junta ahora las manos a la altura del pecho" con la intención precisa de señalarse a sí misma y, al mismo tiempo, "levanta los ojos al cielo" para sugerir que lo que dice y lo que hace es querido. por quien habita en los Cielos, de donde Ella misma viene. Luego la afirmación final "Yo soy la Inmaculada Concepción" no hace más que reafirmar lo que ya ha expresado con gestos: Ella es la pura Creación, representa el Espíritu Creador que ha preparado desde la eternidad, la misión y la obra del Mesías.
Ahora todas las imágenes se relacionan y se expresa una visión completa de la Madre, que nos empuja a cambiar nuestra actitud hacia Ella. Esto le había dicho Nuestra Señora al vidente Juan Diego en Guadalupe: «No te preocupes, no tengas miedo, ¿acaso no estoy aquí que soy tu madre? ¿No estás acaso en el seno de mi manto, en la cruz de mis brazos?». Afirmó también: "¡Yo soy vuestra Madre misericordiosa: vuestra y de todos los seres que conviven en la tierra!" Un concepto que se desvaneció con el tiempo, se desvaneció poco a poco como la niebla, pero recordado y reafirmado en La Salette: "Hago un llamamiento a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se han entregado a mí para que yo los conduzca a mi divino Hijo, a esos a los que llevo como en mis brazos, a los que han vivido en mi espíritu”.
Los hombres viven en el "espíritu de María" y cuando oran no debemos imaginar un coloquio entre dos personas que están frente a frente, sino un concepto sublimemente increíble: cuando el hombre ora y se vuelve hacia la Virgen lo hace mientras está en los brazos de María misma..
Flavio Ciucani
11 de febrero de 2022
Artículo original: https://www.flaviociucani.it/argomenti/non-solo-apparizioni/43-la-mistica-presenza-della-grande-madre-dal-velo-di-maya-al-manto-di-mari.html
Adjuntos:
20-10-21 Juan el Bautista según Mateo
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-18-05-21 El Precursor y los testigos del Regreso
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-27-06-20 Las Bodas de Cana: La madre y el esposo
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